No lo
habías pensado más pero estabas ahí, intentando salir de otra de tus trampas.
De las tuyas propias. Miraste aquellas paredes y de pronto todo te pareció un
cementerio, un montón de ruinas de madrugadas olvidadas. Estabas ahí en medio,
junto a alguien que viajaba por lugares a años luz de ti, quizá también con sus
escombros y sus tumbas, pero lejos, lejos de ti y de esa cama.
Y ¿cómo
vas a irte? No te sientas fuerte ni poderosa por saber abrir la puerta, no
sigas confundiendo las cosas. No es un gesto de fuerza el que te mueve, es la
inercia de huir. Cobarde. Sabes quién ser por la noche pero nunca te has
preguntado por las mañanas ¿qué papel quieres? Las calles sin luz
siempre te dejarán mentir. Las baldosas se vuelven borrosas como tus
pupilas y tus papeles. En tu cama sola nunca sentirás el vacío que sentiste en la suya.