jueves, 19 de enero de 2012

8



Ya no te quiero, niña.
No quiero todo lo que eras tras ese portal. No quiero tu ropa de domingo, ni los dulces ni los helados, ni todo ese calor de verano. No quiero volver a ver el número 10, ni cascos, ni la camiseta que ahora se pudre en mi armario. Con tu nombre y el suyo.
Ya no te quiero, y te mataría. Te mataría. Pero sé que seguirás viva en ideas que ya no son mías, en un tiempo que no controlo ni conozco, y tú tampoco, niña. Tú tampoco. Seguirás paralela, quiera o no, porque eso fue lo que prometí. Que seguirías ahí, eterna. Que seguirías ahí, en la eterna búsqueda de tu eterno hombre, eterna niña. Aunque yo ya no te quiera.

Ni te escuche.

Ni te entienda.

lunes, 9 de enero de 2012

7



Te gustaría leer sobre esas cosas que no suelen estar escritas. Te gustaría leerlas para encontrarle los nombres y sus verbos, que se te pierden entre renglones llenos.
Nadie te habló de que se olvidan los plurales, y las señales. No te contaron nada sobre el espectador. Ni lo nombraron.
Nadie te habló tampoco de los billetes de ida y vuelta. Ida y vuelta - ida y vuelta - ida y vuelta. Siempre se vuelve. Aunque te encantaría arrancarles los retornos. Nadie te explicó de lo que uno es capaz con tal de no arrastrarse por las líneas rectas de la apatía. Y mucho menos lo que cuesta reconocerlo.

(Solo quería ángulos, solo quería ángulos...
y verte arrojar palabras)